Vamos a analizar dos actos judiciales básicos y fundamentales.
Tanto para la tramitación del proceso judicial, a la hora de dictar una resolución que establece los parámetros de la familia, y como también de gran índole sentimental y con gran cargo de tensión, puesto que en dichos actos afloran todos los momentos negativos que ha vivido la familia.
Estamos hablando del acto de juicio y de la exploración de los menores. Estos dos momentos procesales pueden llevarse a cabo de diferentes formas. En algunos casos se realizan en el mismo día, pero en diferentes momentos.
También puede ocurrir que se hagan en el mismo día, pero en distintos momentos o antes de entrar en sala para celebrar el juicio, o interrumpiendo el juicio para la exploración.
En ocasiones se señalan un día para la exploración y otro para la celebración del juicio.
Parece insólito, pero no hay un criterio unánime.
Cada juzgado e, incluso, el mismo juzgado puede actuar de diferentes formas, variando a razón de circunstancias ajenas al proceso, a consecuencia de necesidades del juzgado, porque haya detenidos o porque el fiscal tenga otros juicios y se retira.
Y todo ello afecta a la familia y, en concreto, a los menores. Dicha situación la desarrollamos más adelante en situaciones judiciales.
Volviendo al acto del juicio y más concretamente a la exploración de los menores, que es lo que a nosotros nos interesa. ¿Cómo se desarrolla el mismo?
Hemos de decir que también puede cambiar.
Por mi profesión he visto que en muchas ocasiones se ha realizar sin presencia del fiscal, incluso el acto del juicio, aunque luego emitieran su informe con posterioridad.
Sí que es verdad, que hoy por hoy es difícil que ocurra así, y es de agradecer, puesto que es esencial para la defensa de los intereses de los menores.
Cuando se desarrolla esa entrevista a los menores, puede ser en la propia sala de vistas del juicio, estando los padres y profesionales fuera de la misma o en el despacho de su señoría.
Nadie, de verdad, nadie, puede ni imaginarse el gran sufrimiento y dolor, odio y no sé cuántos calificativos negativos más para poder expresar lo que se ve y percibe en esos momentos, con el gran agravante que esos menores tienen a un lado a un padre y al otro lado a una madre y se encuentran en la tesitura que ellos en esos momentos van a decidir con quién quieren estar, siendo ambos sus padres.
Es una gran BATALLA SENTIMENTAL y DETERIORO PERSONAL.
Nunca podré olvidar, cuando estaba con el hijo de un cliente mío antes de entrar a la exploración, y en esos angustiosos minutos de espera, en los que intenté con todos mis esfuerzos distraerle para que esas horas de horror, que jamás olvidan en su vida, pudiesen pasar de la forma más liviana posible.
Me acerqué a él, tenía 16 años. Le dije “tranquilo, tú habla con el juez y di lo que piensas con toda naturalidad”, y me respondió, “cómo se nota que no son tus padres, y no debes decidir con quién quedarte”.
Señores lectores, lo que pude llorar por dentro, no hay emojis suficientes para expresarlo.
Acto seguido de entrar en sala o en el despacho del Juez, nadie cuida que hay una gran diferencia en entrevistar o tener una charla o un interrogatorio en un despacho sentado al lado de ese menor, que en una sala de vistas con un Juez/a o Fiscal sentados como tribunal, en ese altar y el crío en un banco de una sala de vistas sólo, en el más amplio sentido de la palabra.
¿Por qué no hay un protocolo mínimo para cuidar esos actos jurídicos? No tienen suficiente con estar afuera con una madre de un lado y un padre en el otro extremo o con los abuelos o tíos, sin que además deban de responder a unos interrogatorios que personas ajenas a su vida, van a decidir con quién debe de quedarse.
Y señores, cuidado con esos interrogatorios, que depende a quién tenga enfrente se desarrollan de muy diferente forma. Como salen llorando, destrozados, les han revuelto toda su alma, su vida, su espíritu…
Nuestros menores son nuestro futuro. Estos son momentos claves en sus vidas de esas personas y que incluso debe decidir su futuro. ¡Por favor! Hay que cuidarlos en tan conflictivas situaciones, y cuidar esas formas, posiciones, personal adecuado, sistema adecuado.
No podemos excluir el sentimiento, la ausencia de espíritu, ni mantener una postura de frialdad, como si no fuera con nosotros. Debemos tener en cuenta el estado de salud a la hora de tener este primer contacto. Zitelmmam, autor alemán, propone “…… superar dicha superficialidad y centrarse en sus problemas mentales ……” Considera temerario todo intento definitorio en materia de interés del menor.
Se trata de un concepto que no puede acotarse debido a su propia naturaleza .
Estas medidas podríamos aplicarlas y adaptarlo a estos momentos, para un total desarrollo armónico del acto.
Todo implica que el Juez ha de ser capaz de apreciar la importancia que en esta materia tienen las aportaciones de la psicóloga y los asistentes sociales.
Zitelmmamn, Manuel Kindeswch und Kindewilla: im Spamungsfeld Von Pädagogik und Recht, Münter 2001, pp127-128 “Una definición exacta del interés del menor ni es razonable ni es posible “
Tal y como mencione al inicio, no es lo mismo un niño de 10,4, 17 años, puestos que sus afecciones y modos de percibir son diferentes. Igualmente, las familias son distintas y el desarrollo de los conflictos son de distinto índole.
Es por ello que la ciencia jurídica alemana, contempla como instrumento adecuado, el que pueda dar solución a los distintos conflictos de interés que puedan afectar al menor.
Es por ello, que recoge distintos supuestos en los que puede existir un conflicto entre el menor y su entorno para ofrecer una simple pauta.
Por muy legítimos que sean otros intereses, ha de prevalecer el interés del menor, el bien del niño. Todo ello teniendo en cuenta que cada niño en cada conflicto, merecerá una solución específica y distinta.
De todo lo anteriormente mencionado, llegamos a esas situaciones judiciales, que surgen en el entorno del proceso judicial.
No hay nada peor que esas esperas de pasillo, angustiosas, en las cuales una parte de la familia están en una punta y la otra en otro extremo, que incluso para llegar al otro lado hay que pasar por delante de los otros y los mayores son incapaces de guardar mínimamente las formas para que sus hijos se vean lo menos afectados posible.
Están mezclando los egoísmos, odios personales y nadie ve que esos menores sufren con ello, incluso les afectará en sus futuras relaciones. Quién les protege en esas horas de pasillo y larga espera, rezando que todo vaya bien y no hay que volver porque no se podido celebrar.
No hay teléfono móvil, incluyendo los mejores juegos, suficiente que sea capaz de hacerles olvidar. ¡Se lo aseguro a usted!
He tenido casos en los que, para que no coincidieran con el cónyuge contrario, les hacía esperar en la calle con un familiar y les avisaba para que subieran cuando fueran a entrar en sala para la exploración
Hasta el nombre de exploración habría que cambiarlo.
No quiero ni contarles los días previos a dicha entrevista, porque, aunque no estén en el juzgado, ellos no paran de pensar en lo que va a ocurrir y lo que deben o quieren decir. ay que aclarar que cuando digo deben, me refiero a esas manipulaciones que hace o la madre el padre, incluso familiares para “puntualizar” lo que deben decir, para que les favorezca en el juicio. Estando en un entorno judicial, se está legitimado para poder tener intervenciones.
He vivido momentos en los cuales lo niños han salido huyendo de la sala y destrozados, porque se han visto instigado a la hora de declarar. Ante todo, ello qué posibles soluciones podemos desarrollar.
Quizás como he mencionado con anterioridad, habrá que tomar más medidas, desarrollar un protocolo para que en esas actuaciones y situaciones judiciales los menores no se vean amedrentados, inseguros, frustrados, con pánico y temor en la inmensa mayoría de casos.
Y aunque parezca mentira y estén acompañados por familiares y amigos, en muchos casos se sienten solos ante el peligro. En resumen, nos encontramos con unos niños/as, chicos/as, habiendo visto y sufrido malos tratos y dicha situación llega a brotar cuando previamente están esperando en los pasillos del juzgado para ser entrevistados.
Podíamos establecer unas pautas a los padres a la hora de traerles al juzgado.
Una sala de espera con juegos que les distraiga y una persona ajena profesional que esté con ellos e incluso la juez y la fiscal debe de acudir a dicha sala. La entrevista debe realizarse de la forma más natural, que no haya mesa tiene que una simple charla y previamente ha de reunirse la juez, el fiscal y el profesional que está con ellos para guiarles, en saber cómo se encuentra mentalmente el menor.
Diferentes profesionales deben intervenir de forma conjunta y en un espacio común. CUBERLO, E (2004) expresa que “a los trabajadores sociales forenses, les corresponderá, preferentemente el análisis de las circunstancias sociales, familiares del entorno, así como otras relaciones con su saber disciplinar”3. Cuberlo,E( 2004) “ Circunstancias objeto de estudio para el trabajo social en la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de Enero, reguladora de la responsabilidad penal del menor 15pp. El texto legal de la LORRPM define al Equipo técnico de Menores”… como un instrumento imprescindible para alcanzar el objeto, además de estar formado por trabajadores social, psicólogo y educadores sociales forenses”
Podríamos denominarlo Manual de Protección de los menores desde su entrada al juzgado.
Desde que entran en el juzgado son recepcionados por una persona profesional del juzgado, y ésta mismas personas las acompaña constantemente durante todo el proceso y en ningún momento ven a ningún familiar en la sala especial para los menores, con juegos, libros, videos, que rompa con el entorno de un juzgado para que ellos no se sientan dentro de un juzgado, donde recibirán a la jueza para tener una charla junto con el profesional que los acompaña.
Tenemos que pensar en esos menores que son el futuro de nuestra sociedad. Pensemos si no, qué sociedad se creará, hay que ayudarles a sanar sus mentes, y tener fe en ellos mismos para así adentrarles en la vida, que no tengan temores a la hora de formar una familia, y que desde luego no pueda luego repercutir en sus hijos. Hay que salvarles, ayudarles a creer y tener esperanza, y con todo ello estaremos ante un gran avance del Estado del derecho
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